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Epidemia VIH en la Comunidad de Madrid

Hasta el 31 de diciembre de 2003, se habían notificado y confirmado 16.302 casos de SIDA residentes en la Comunidad de Madrid; de todos, ellos el 1,4% eran casos de SIDA pediátrico [1].

Como se puede observar en la Figura 7 el primer caso de SIDA en adultos aparece en 1982 y la vía de transmisión fue por contacto homosexual, como la mayor parte de los casos de SIDA que aparecían en estos primeros años de la infección. El primer caso de SIDA pediátrico aparece en 1983 y la vía de transmisión fue por transfusión. A lo largo de los años, la incidencia del SIDA fue aumentando rápidamente, siendo mucho más acusado en adultos que en niños, hasta llegar a la máxima incidencia total con 1.796 (1%) casos pediátricos en 1994 [1]. Este mismo año, se ampliaron los criterios diagnósticos de SIDA incluyendo la tuberculosis pulmonar, las neumonías bacterianas de repetición y el cáncer invasivo de cuello de útero como enfermedades indicativas de SIDA en adultos; por lo tanto, ésta podría ser una de las causas por las que aumentaron tanto los casos en este año, el 22,6% de los casos diagnosticados en 1994 respondían a los nuevos criterios de diagnostico [2].

Figura 1. Casos de SIDA en la CAM, por año de diagnóstico

Fuente: Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid, 10 (2), Febrero 2004.Elaboración propia.

En el año 1997, coincidiendo con la administración de los tratamientos combinados a todos los pacientes que reunían condiciones para ser tratados, no sólo diagnosticados de SIDA, sino también a infectados por el VIH, se detectó un importante descenso tanto de la mortalidad por SIDA como de la incidencia de nuevos casos. La mortalidad asociada al SIDA disminuyó un 49%, y la incidencia de nuevos casos un 31% respecto al año 1996 [2].

El año de mayor número de fallecimientos en la Comunidad de Madrid fue 1995 con 1.292 defunciones (Figura 8), en el año siguiente desciende ligeramente (1.164 defunciones), hasta llegar al descenso más brusco en el año 1997. En los años siguientes siguió descendiendo hasta situarse en 220 defunciones en 1999, como consecuencia de la administración de los tratamientos antirretrovirales, como se ha comentado en el párrafo anterior. Con los datos disponibles hasta la fecha, el mayor descenso en la mortalidad la observamos entre los años 1996 y 1999 donde la mortalidad por SIDA descendió un 90% [3].

Figura 2. Casos de diagnóstico y defunciones por SIDA en la CAM.

Fuente: Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid, 10 (2), Febrero 2004. Elaboración propia.

Teniendo en cuenta que a finales de 2003 había más de 16.000 personas infectadas con el virus, dicha epidemia está imponiendo un enorme coste económico, social y sanitario. La aparición de nuevas terapias y su administración a los pacientes VIH/SIDA, el aumento de la esperanza de vida de los mismos y la diversificación de la atención sanitaria y social, explican una tendencia creciente del coste, que puede llegar a encontrar límites en el estrecho marco de los presupuestos públicos.

A lo largo de toda la epidemia, el número de infecciones por VIH, casos de SIDA y defunciones por SIDA siempre ha sido superior en los hombres que en las mujeres en toda la Comunidad de Madrid. Como ya hemos comentado, es en el año 1994 cuando encontramos el mayor número de casos de SIDA tanto para hombres (1.376 casos) como para mujeres (370 casos). A partir de este año, las cifras comienzan a descender considerablemente, entre 1998 y 2003 disminuyen un 49% los nuevos diagnósticos en hombres, y un 44% en mujeres. En el año 2003, el 79,2% de los casos notificados en adolescentes/adultos son hombres, porcentaje muy similar al total de casos acumulados (80,5%) [1].

En cuanto a las vías de transmisión del VIH en la Comunidad de Madrid, predominan las mismas que en el resto de España y estas son: en los hombres; UDVP con 8.843 casos, homosexuales con 2.642 casos y por último y con bastante diferencia, contagios heterosexuales con 868 casos para las mujeres; UDVP con 2.122 casos y heterosexual con 865 casos, el resto de las vías de transmisión tienen una proporción de contagios muy bajo. Un dato bastante curioso es que, entre los hombres el 6,7% se han infectado por vía heterosexual, y entre las mujeres el 27,6% se ha infectado por esta misma vía. Esto demuestra la clara vulnerabilidad de las mujeres ante el sexo [1]. En todo el mundo, las mujeres declaran estar expuestas a un riesgo especial de contraer el VIH por su falta de poder para decidir cuándo, dónde y cómo tiene lugar una relación sexual.

Por grupos de edad, el número de casos diagnosticados ha disminuido un 55,6% en el grupo de 25 a 39 años, entre 1998 y 2002. En el año 2003, el 48% de los nuevos diagnósticos notificados tenían entre 30 y 39 años, y el 28,5% entre 40 y 49, mientras que sólo un 11% tenían entre 20 y 29 años. La mediana de edad al diagnóstico de SIDA aumenta en los usuarios o ex-usuarios de drogas por vía parenteral (UDVP) y en las mujeres infectadas por vía heterosexual, mientras que permanece estable en los hombres infectados por vía heterosexual y en los que tienen relaciones con otros hombres. En el año 2003 la mediana de edad al diagnóstico en UDVP e infectados por vía heterosexual en ambos géneros es de 37 años, mientras que en hombres homosexuales es de 40 años [1].

Existen circunstancias especiales que exponen a los varones a un riesgo particularmente elevado de contraer el VIH. Es frecuente que los varones que emigran en busca de trabajo y viven lejos de sus familias paguen dinero a cambio de relaciones sexuales y consuman sustancias, incluido el alcohol, como una manera de hacer frente al estrés y la soledad resultantes de vivir lejos del hogar. Los varones que se hallan en contextos exclusivamente masculinos, como el ejército, pueden estar muy influidos por una cultura que refuerza el comportamiento de adopción de riesgos, como las prácticas sexuales peligrosas. Por otro lado, en algunas instituciones donde no hay más que hombres, como las cárceles, los varones que en circunstancias normales prefieren a las mujeres como pareja sexual, a veces tienen relaciones sexuales con varones.

El problema de los usuarios de drogas por vía parenteral se agrava debido a los siguientes hechos: a) ausencia generalizada de comportamientos de prevención eficaces en la manipulación de las drogas y en sus prácticas sexuales; b) dedicación de un sector importante de UDVP a la prostitución para conseguir dinero para consumir droga; c) la mayoría de toxicómanas son mujeres fértiles que pueden engendrar niños que ya nazcan infectados; d) suelen pertenecer a colectivos marginados, con escasos recursos económicos y muy bajo nivel cultural [4].

La epidemia en Madrid ha impactado en los más desfavorecidos, personas sin residencia fija y con menos habilidades (analfabetos o con estudios básicos) para afrontar la situación. La marginalidad está asociada de forma independiente con lugares de inyección menos seguros. Este dato está relacionado con la ínfima situación de los hipermercados de la droga: lugares alejados de los centros urbanos, que no disponen de los servicios higiénicos básicos de agua corriente y recogida de basuras, tampoco disponen de comercios ni de farmacias donde adquirir los materiales en que los consumidores preparan sus dosis; botes de refresco, algodón, o los productos necesarios para la desinfección de los útiles (lejía o alcohol) [5]. El establecimiento de puntos limpios de inyección, donde los consumidores puedan preparar sus dosis, parece una opción necesaria para erradicar estos comportamientos.

Como consecuencia de los mensajes de prevención dirigidos a los grupos de homosexuales de la Comunidad de Madrid, se produjo una disminución en el número de parejas, un aumento en el uso de preservativos y una tendencia a evitar las prácticas anogenitales no protegidas, llegándose a describir un descenso en la incidencia de infecciones por el VIH. También se observa un descenso en el número de casos de SIDA; esto se debe, principalmente, a la aplicación de terapias antirretrovirales que impide que los infectados de VIH lleguen a desarrollar el SIDA. Sin embargo, en los últimos años se han vuelto a detectar prácticas de riesgo, indicando la dificultad suponía el mantener sexo seguro de forma continuada, esta recaída se ha observado con mayor fuerza en los más jóvenes. Esta relajación a la hora de tomar medidas preventivas se refleja en el número de casos de SIDA, que aún sigue siendo elevado en la CAM.

El mayor número de mujeres enfermas de SIDA están en edades comprendidas entre los 30 y los 40 años. Son mujeres en edad fértil lo que significa que puede tener un efecto multiplicador en la transmisión del VIH/SIDA materno-infantil [1]. Una gran proporción de estas mujeres han contraído el VIH practicando la prostitución o por relaciones sexuales con hombres, en su gran mayoría toxicómanos, en muchos casos su pareja sentimental. Éste es un colectivo de alto riesgo y sobre el cual se hace necesario desarrollar campañas enérgicas de prevención. Se puede decir que ésta es la población residual femenina con mayor riesgo de infección en la Comunidad de Madrid y en todo el país [6], porque pertenecen a los estratos de la sociedad más bajos con un nivel económico y cultural muy bajo, y esto hace más difícil que llegue hasta ellas toda la información necesaria para evitar los contagios.

Aunque existe poca información sobre el perfil psicológico de las mujeres que suelen ser la pareja heterosexual del varón UDVP, existe una dependencia emocional que dificulta que estas mujeres tomen medidas para protegerse. Por otro lado, el perfil social de estas mujeres es también marginal, lo que dificulta el acceso a ellas. Algunas de las características de estas mujeres y sus compañeros sexuales han sido descritas en varios trabajos: las mujeres son una media de 2,6 años más jóvenes que sus compañeros y han tenido un menor número de parejas sexuales; es una población sexualmente activa, donde un 70% había tenido de uno a tres contactos sexuales por semana y un 21% más de tres; sin embargo, sólo un 2,6% usan preservativos siempre y un 64,5% nunca [6].

La mayor vulnerabilidad de la mujer ante el VIH es tanto biológica como social; y ello explica la mayor tasa de crecimiento de las infecciones por el VIH en mujeres en todo el mundo [7].

Por último, el número de casos de SIDA en la Comunidad de Madrid a través de la recepción de transfusiones y hemoderivados, tanto para hombres como para mujeres, son insignificantes con respecto al resto de casos que se dan por transmisión UDVP, heterosexual y homo/bisexual. Las previsiones para la transmisión del VIH a través de las transfusiones y hemoderivados son que tenderán a desaparecer por completo, ya que los controles de sangre son completamente fiables, por lo menos en los países desarrollados [1].

REFERENCIAS

1. CAM. Vigilancia Epidemiológica de la Infección por VIH/SIDA en la Comunidad de Madrid, hasta diciembre de 2003. Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid 2004;10(2):3-24.

2. CAM. Vigilancia Epidemiológica del VIH/SIDA en la Comunidad de Madrid (casos notificados y confirmados hasta 31 de diciembre de 1999). Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid Marzo-Abril 2000;6(8):3-25.

3. Alberdi JC, López Gay D. Descenso brusco de la mortalidad por VIH/SIDA en la Comunidad de Madrid. Med Clin (Barc) 1999;111:679-80.

4. Del Romero J, Castilla J, García S, al. e, . Evolución de la prevalencia de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana en un colectivo de varones homo/bisexuales de Madrid (1986/1995). Med Clin (Barc) 1997;110:209-12.

5. CAM. Perfil de los consumidores de drogas que acuden a la Rosilla y su asociación con el VIH. Octubre-Noviembre de 1999. Boletín epidemiológico de la Comunidad de Madrid Marzo-Abril del 2000;6(8):45-52.

6. Gordillo MV. El SIDA en la mujer. In: Soriano V, González-Lahoz J, eds. Manual de SIDa. Madrid, 1997:195-207.

7. Velasco Arias S. La prevención de la transmisión heterosexual del VIH/SIDA en las mujeres. Instituto de la Mujer y Secretaria del Plan Nacional sobre SIDA. Madrid, 1999:165 pp.

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